Muchas veces se me pregunta cómo entré en este maravilloso mundo de las células madre. Cómo fue que formé y formo parte de este privilegiado grupo de médicos, científicos, periodistas, hombres y mujeres de negocio que somos la avanzada de lo que yo considero “la revolución médica del siglo XXI”.

Como todo grupo o equipo que se crea existen los que entran por accidente y aquellos que buscaban esto hasta encontrarlo, yo me considero parte del segundo grupo. Hace unos 10 años, ya graduado como especialista y con una maestría en manejo del dolor, me encontraba frustrado por la cantidad de pacientes que iban de un especialista a otro, sin encontrar solución a sus dolores.

Entonces puse todo mi esfuerzo y dedicación para encontrar algo desconocido. Dios me dio la respuesta a través de dos personas, Lou and Frank en un Congreso en San Diego. Esta oportunidad pasó inadvertida para mis colegas, pero no para mí. Ellos me introdujeron en el maravilloso mundo que actualmente se conoce como Medicina Regenerativa.

La Medicina Regenerativa tiene como objetivo lograr la curación y acelerarla mediante la utilización de los propios procesos de curación y cicatrización de nuestro cuerpo, con sus propias células, existen dos tratamientos en la actualidad: inyección de plasma rico en plaquetas (PRP) e implante de células madre.

Mis primeros 10 casos en el 2005 de PRP y gracias a una excelente formación y a la tecnología, fueron todo un éxito. Todos en este grupo de desahuciados de rodilla, cadera, columna y hombros, mejoraron de una forma que no esperaba. En ese momento me di cuenta de que había encontrado lo que tanto buscaba y durante dos años fui el pionero en esta técnica de PRP. Realicé tratamiento a más de 800 casos.

A finales del 2006 me di cuenta de que, a pesar de los éxitos del plasma donde las plaquetas trabajan como “vacas” que se ordeñan, produciendo una sustancia llamada factor de crecimiento que es el mejor antiinflamatorio conocido, no era suficiente para controlar el dolor.

Mi experiencia en PRP me dio el pie perfecto para hacer la transición al trasplante de células madre, primero de medula ósea y más tarde de grasa. Confieso que esta transición –aunque fuera pionero en el área y no existir precedentes–, fue un paso bien pensado y no una sorpresa para aquellos que habían sido mis mentores y que ahora se habían convertido en mis colaboradores.

La historia sobre las células madre se las contaré la semana próxima, no se la pierda.